La recuperación que pudo ser y no fue

La facturación local nacional creció 5,7% entre enero-agosto 2017 vs 2016 mientras que el sector comercial tuvo una expansión del 8,6% en el mismo periodo. El índice de confianza empresarial se expande desde noviembre del 2016 y el índice de confianza del consumidor crece desde enero del 2017. Los créditos concedidos por parte del sistema financiero ya superan por 16% los niveles pre crisis del 2014. El riesgo país ha bajado 200 pb de su nivel de octubre 2016. El desempleo urbano se ubica en 5,4%. En los últimos 6 meses el déficit global ha sido menor a los promedios históricos del país.

Todos son buenas noticias. ¿El país se recuperó?

La respuesta es no, o al menos, es complejo. La economía ecuatoriana atravesó una etapa de recuperación, pero está muy lejos de estar estabilizada y a medida que pasan los meses surge evidencia de sobra que apunta a una recuperación débil, sin fundamentos y que probablemente tendrá su recaída.

La primera señal de alarma fue el déficit de febrero 2017. En época electoral el Gobierno tuvo el déficit global más alto de la última década. Luego alcanzamos los niveles de subempleo y empleo inadecuado más altos de la década. La economía se enfriaba y la inflación empezó a acercarse peligrosamente al cero hasta que llegó a territorio negativo.

A pesar de que el Gobierno de Lenin Moreno logró desmarcarse del correismo y generó altísimos niveles de aceptación e incluso un artículo positivo de “The Economist”, el shock de confianza que generaron sus palabras tuvo escaso eco en acciones.

Se anunció que se devolvería el rol de motor de la economía al sector privado, pero del Consejo Consultivo Productivo y Tributario solo salieron medidas recaudatorias para proteger al fisco. Las medidas de austeridad fueron insuficientes y a pesar de que el presupuesto 2017 y 2018 continúa sobreestimando ingresos y subestimando gastos, se presentan déficits por encima de los $4 mil millones.

En el Global Competitiveness Index y en el Doing Business, Ecuador descendió posiciones. Chile, Colombia y Perú han hecho la tarea y disfrutan de niveles de inversión extranjera entre 3 y 5 veces superior a Ecuador. En la misma línea, nuestra inversión en maquinaria y equipo se contrajo 25% en el último año y lleva 8 trimestres consecutivos de contracción.

La poca esperanza por un cambio en el manejo económico que podía quedar fue sepultada con la ley orgánica para “impulsar” la reactivación económica. Otra vez el Gobierno se pone como el alfa y el omega de la actividad económica. Se prioriza la recaudación y se otorgan preocupantes competencias a las aduanas. Para generar empleo de calidad, se otorgan beneficios tributarios a segmentos empresariales que, aunque generan “mucho” empleo, solo afilian a 1 de cada 4 trabajadores.

Finalmente, el consumo industrial de energía (medido en KwH) lo resume de forma sencilla. El crecimiento de 9% que se registró en abril y mayo ya se apagó. A julio el crecimiento es 0,1% interanual, y se anticipa que recaiga a zona negativa. Fue solo un breve espejismo. La recuperación que describimos al inicio no tuvo fundamentos sólidos.


Pero eso lo sabía el propio Gobierno; ellos denunciaron la mesa "mal servida". Mas allá que reconocer los excesos de la década anterior y buscar mantener el gasto público para generar actividad económica debemos implementar cambios legales para crear un entorno que permita el desarrollo, sin discrecionalidad, sin arbitrariedad, de forma sostenible, etc.

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