Hay cosas
que quedan ocultas en el comportamiento cotidiano de las personas, al conversar
y compartir con demás personas es difícil ver mas allá de lo que se muestra:
las personas no somos el conjunto de vestimenta, tampoco el color de nuestra
piel, el acento al hablar, la carrera que seguimos, o el país del que venimos,
somos mucho más.
Sin
embargo, debo reconocer que estos detalles son, en cada persona, el producto de
un complejo sistema de decisiones que se ha acumulado durante varios años,
tanto victorias como derrotas personales, y dan como el resultado la persona
que somos hoy. La forma en cómo nos perciben las demás personas es apenas la
punta del iceberg que cada uno de nosotros constituye.
Recientemente
tuve la oportunidad de escuchar a 39 jóvenes latinoamericanos explicar en pocos
minutos las decisiones de sus vidas y la responsabilidad que han asumido para
con sus países y la región. No salgo del asombro de las cosas que escuche. Y
aun ahí, puedo solo aspirar a imaginar cuanto más hay por detrás.
Aquel compañero
que pasa contando chistes de arriba para abajo que es medalla de honor en su
facultad; aquella compañera que gusta de organizar, que su padre falleció hace
11 años víctima de aquello que ella hoy se propone luchar; aquella compañera un
tanto distante decidida a ser el cambio que desea ver en su país; aquella compañera
que estudia derecho y administración pública pero trabaja para el sector de
salud, entre otros más.
Al final,
no somos sino los desafíos que nos hemos puestos y los sacrificios que hemos
hecho. Eso va contigo, aun cuando todo lo demás cambia.